REPENSANDO LA VIDA

UN AÑO ESPECIAL.
El año 2012 me ha regalado importantes acontecimientos de significados profundos y que poseen una característica común a pesar de ocurrir en ámbitos muy diversos. Hay en todos ellos un matiz simbólico de cierre de etapas, de finales, de completud de estadios, de misión cumplida.

El viaje a Israel en Febrero, peregrina en Tierra Santa. La celebración de mi cumpleaños número setenta y siete, dos veces siete. Todo el movimiento, trastorno y trabajo interior que viví a propósito del Honda Fit, regalo de Jorge y el impacto emocional provocado por el brutal accidente automovilístico que él sufrió a fines de Junio. Su inesperado diagnóstico de un cáncer pulmonar avanzado. El aniversario de nuestras bodas de oro en Septiembre. Finalizar y publicar nuestro libro “Calzones en su tinta” con Vania, Matilde y Carolina. La foto biografía que redacté a raíz de su lanzamiento. El retiro carismático de Noviembre después de tantos años de ausencia. Una corriente de hechos fluyendo uno tras otro a lo largo de estos meses provocando procesos de toda índole en mi vida externa e interna. Tormentas solares y eclipses, huracanes y terremotos, así de exagerada o intensa a veces soy, pero dejando como saldo una sensación de paz, de bienestar anímico, de vitalidad, de contento, de superación y un momento de balance.

Y como broche de oro de esta cadena de vivencias tan marcadoras decidí escribir esta autofoto biografía, nueva y diferente a otras. La redacté contemplando fotografías del ayer desde la distancia y la altura de mi hoy, con una nostalgia libre y transparente.
     Bendita es la memoria que me permite recordar, pensar, evocar otros tiempos, una vida llena de experiencias. Sin memoria no hay identidad, somos...soy a través de ella, qué verdad. ¿No?

La reminiscencia, facultad del alma la llaman, ha rebozado mi corazón con recuerdos gratos y afables. Han sido instantes privilegiados de introspección que me permitieron deleitarme y reconocerme en la bebé, en la niñita, la adolescente, en la esposa y madre joven, en la profesional, en la aventurera e intrépida, en la abuela, en la vieja que soy. Yo misma, un ser único.

Y es que no ha sido fácil para mí pensar en el envejecimiento como un proceso positivo y de crecimiento. 

Al contrario, en sus inicios lo sentí y lo viví como decrecimiento, fealdad, pobreza. Tal vez después de los brochazos desordenados, angustiosos, rabiosos del primer tiempo, sin armonía, después de las rebeldías e impotencias, de sufrir las “heridas narcisísticas” por la pérdida de la juventud y tantas otras, después de borrar, ensayar, buscar y cambiar el tema, los colores, la forma, he logrado entrar en un espacio interior de armonía que me permite vivir más apaciblemente. Y recién, ahí, ahora, puedo entrar a conformar una visión  positiva al sanar el alma y reconciliarme una vez más con el pasado y con el presente.

     Después de diecisiete años de transitar por la edad dorada logro al fin tener una percepción distinta, me doy cuenta que efectivamente puede ser y ha sido una etapa positiva como dicen los estudiosos de la vejez. Pude y puedo continuar todavía viviendo situaciones de devenir personal tal como en el pasado, tal como en otros períodos más jóvenes, sabiendo que la salud física y mental es básica.

Mis circunstancias, al decir de Unamuno, siguen brindándome situaciones que exigen aprender nuevas actitudes y adaptaciones, desarrollar habilidades, practicar virtudes desconocidas, conocerme algo más, auto superar frustraciones, acercarme a la sabiduría vital y, algo muy nuevo para mi, disfrutar lo transitorio con una nueva consciencia.

Antes lo llamaba vivir el presente. Ahora es disfrutar el instante que pasa, lo efímero, una valoración y contacto diferente con cronos.

Esta nueva versión de mi “revisión de vida” (¡he hecho tantas, no más!) tiene una coloración distinta sin duda. Con una nostalgia sin brumas hoy comparto con ustedes a través de las imágenes y la reminiscencia algunos pincelazos, momentos gloriosos, de esta historia singular.
Soy una mujer afortunada...

Nací hace 77 años…

Esta hermosura soy yo, apenas con meses de vida. 

Mis raíces se esconden bajos los cerros de La Ligua y en la lejana tierra de mis ancestros italianos.







Con mi hermana Emma 
y mi abuela Margarita Farías 
en nuestra casa de La Ligua.



De mi abuelita liguana, Margarita, heredé el tesón, la perseverancia y mi alma siempre provinciana.

Mi abuelo italiano Luigi Enrico Dino Dattari 
nació en Firenze.


Mis antepasados toscanos me legaron un espíritu constantemente abierto a la aventura de la vida e interesado en las cosas de la tierra y del cielo, capaz de cruzar océanos y buscar territorios nuevos.




En Papudo con mi hermana Emma y mi bella madre, 
casada con Luis César, mi padre. 
El fue un hombre correcto, responsable y educado, 
un esposo celoso, un padre y abuelo cariñoso.
Soy la mayor de cuatro hermanos: 
Emma, Luis y Flor María.


Desde la distancia de los años me reconozco como una niña alegre, de ojos abiertos, soñadora y pensadora. Siento que crecí haciéndome pregunta y buscando siempre respuestas a los por qué. Tímida ante los adultos. Reflexiva.     
Permanentemente sorprendida y expectante ante lo nuevo.

A los 5 años nos trasladamos a Santiago.
Aprendí a leer y escribir con mi madre, maestra de las antiguas, con vocación, de la Escuela Normal. Esperaba con ansias junto con la "Tati", nuestra "mama" de siempre, el Sábado para leer "El Peneca" la revista de mi niñez y de mis primeras lecturas. La radio, las comedias o radio teatros, la matiné dominical en el teatro Italia, mi bicicleta Cic adorada, mi escuela la número 226 y mis amigos y amigas del barrio forman parte de ese gran tesoro de la infancia.


En nuestra casa de Avda. Italia, con un traje típico ruso después de bailar mazurca en un festival escolar en el estadio nacional.



El rock and roll, los amigos y pololos, las vacaciones en El Quisco, mis estudios en la universidad y las prácticas hospitalarias llenaban mi tiempo en la adolescencia.





Luis y Enrique (al medio) excursionando en los cerros de la quebrada de Macul, lugar de paseos de entonces. Dos grandes amigos de aquella época de escuchar tangos y cantar arias de óperas.






De vacaciones.   
 

                                                                                                        

    



Disfrutando el sol del verano...



Recibiendo mi título de Enfermera de manos del rector de la Universidad de Chile.

He recorrido variados caminos, intereses y actividades. Algunos acertados... otros no tanto... pero he tenido tiempo para aprender.



La Enfermería, la profesión de mi juventud me llevó a ambientes muy opuestos, trabajé con niños enfermos, presidiarios, postas rurales...
En mi motoneta Vespa, regalo de mi padre al egresar de la Universidad, yo volaba cada mañana rumbo al hospital.

Con Ana Henríquez, la enfermera jefe y otras compañeras de trabajo en el servicio de Cirugía y Ortopedia Infantil del Hospital Calvo Mackenna.

Un recuerdo para Olguita Galaz, amiga y compañera de universidad, de trabajo, de pololeos, la vida entera.  



Mis enfermitos de la sala 10

Las relaciones humanas y la orientación familiar fue el quehacer laboral de mis años maduros y son hitos importantes en mi evolución psicoespiritual.Final de la Licenciatura en Relaciones Humanas y Familia en la Universidad Mayor.

Mi trabajo apoyando y ayudando a familias, parejas en sus crisis y conflictos...y una aprendiendo a la par de ellos.

Además de los libros, mis eternos maestros he tenido en mis aprendizajes a personas muy valiosas en diferentes ámbitos y disciplina. Como no recordar las lecturas de Herman Hess, Lin Yutang y tantos otros en mi juventud temprana... ¡Y qué decir cuando más tarde descubrí los libros de Teilhard de Chardin, de Viktor Frankl! Un mundo nuevo encontró eco en mi. 




Inolvidables los casi veinte años de yoga con Odette Lavin, el swami Ekananda y otros guías que nos visitaban, un período de despertar y crecimiento. 

El Padre Larragnaga y mi primer retiro de silencio en Punta de Tralca...




Con el P. Carlos Vallés y Amelia, mi socia 
en nuestro Taller de Orientación Psicológica y Espiritual, T.O.P.E.
 ...y los talleres de Tony de Melo que dábamos en el T.O.P.E.

Y el P. Eddie Mercieca, un amigo muy querido, en mi camino con los ignacianos...
y las conferencias con Carlos D. Vallés...en el colegio San Ignacio.


Como ven, participé a lo largo del tiempo en numerosos cursos, diplomados, encuentros, seminarios diversos. Tantas cosas despertaban y aún despiertan mi interés.



Diviso a Leo, a Aura, amigas del alma. Y el grupo de oración con la Cris Cruz y Bernardita nuestra monja Carmelita.

Con Nena, María Teresa, Paula, María Elena, Amelia.
Todos fueron grupos muy significativos para mi psiquismo y mi espiritualidad en mis búsquedas de sentido y autoconocimiento

Un recuerdo especial para Yolanda (abajo al centro) que partió muy pronto, (como Gaby, como Gita).
Compañeras vitales del camino son mis amigas, grupos de mujeres, nutricios, alegres, profundos. 
Mi curso de la Universidad Mayor


Con Nena y Betty
Con ellas, la alegría de compartir los estudios, 
el teatro, la pintura, la oración, la vida.


   













 Con María Lidia y Consuelo en los roqueríos de 
El Quisco.









¡Celebrando!




El equipo de profesionales del CAM de la Vicaría para la Familia con quienes tuve el privilegio de trabajar por más de una década: Cecilia, Elisa, Marcelo, Pilar, Ilia, Gloria, Consuelo, Anita, María Gloria, María Victoria.







Con Gladys Cayuman, picóloga, amiga y "mujer medicina".









 Tengo una larga vida conyugal y familiar.
El tiempo del amor joven...

















La llegada de mi primer hijo, Jorge Luis, "Paquito".                             Paquito y Panti en Algarrobo.                             












Jorge Luis, Margarita Teresa y Viviana Andrea, mis tesoros, las luces que dieron sentido a mi existencia e iluminaron mi día a día.Fuimos campistas por casi veinte años, siempre en familia.En el sur, en uno de los primeros campings, con Viviana aprendiendo a caminar.


Viviana en la playa con su famoso 
traje de baño rosado tejido a croché 
por su abuela Margarita. 
¡Noten su mirada y su pinta!






 En Morrillos, cuando todavía era un camping pequeño.






¡La exaltada emoción del rafting!, con Iván mi yerno, y Viviana.




Recorriendo la carretera austral en la casa rodante.





Algunas arrancadas a solas, sin hijos, necesarias para realimentar el amor.









Los hijos crecieron y se casaron: Paco y Maité, Margarita y Rodrigo Iván y Viviana, Jorge y yo en la parcela.










Y llegaron los nietos y nietas... Matías, Tomás, Magdalena, Sofía, Santiago y Esteban.












 Y ya un poco mas grandes...









Casa y rosedal en la parcela.

El jardín de la Virgen


En esta última etapa de mi ciclo vital, en la  parcela en los alrededores de Santiago donde vivimos hace dieciocho años, contemplo y disfruto la alegría de ver crecer a mi parvada de nietos y nietas.

El tiempo sigue su curso...














 Con mis hijas, Margarita, Viviana y Maité viajando a Buenos Aires.







…los hijos son ya mayores.




Celebramos con Jorge hace un mes atrás, nuestras bodas de oro con una fiesta, sorpresa para ambos, preparadas por nuestros hijos, muy emotiva, especialmente por la grave enfermedad que aqueja actualmente a mi marido.

Cincuenta años, matizados con luces y sombras, a veces muy arduos, duros diría yo, pero siempre coloridos y dinámicos. La familia hace que esos años valgan su peso en oro, la presencia, el simple estar y permanecer a pesar de las rupturas y dificultades.













Y celebramos con rock and roll y también bailando una cueca.










Siempre es bueno festejar y brindar por la aventura que trae cada amanecer. Es bueno sonreír a la vida.

Los libros son mi vicio de siempre, estudiar italiano es una pasión de mi "vejentud" y escribir cuentos mi última afición.

 A los nueve años escribí mis memorias con lapicero de tinta verde que recuerdo muy bien, los primeros cinco años de vida en mi pueblo natal, ¡largas memorias! y un poema que todavía conservo.

Y en Octubre recién pasado se publicó "Calzones en su tinta", un libro de cuentos escritos por mis amigas Vania Paggi, Matilde Contreras, Carolina Chomiac y yo. El libro ya está en librerías, es un gran acontecimiento para nosotras.

Tapas de "Calzones en su tinta".




Con Vania, Emma Carolina, Matilde, 
mis amigas escritoras el día del lanzamiento de 
"Calzones en su tinta".









_________________

Al releer la página vienen a mi memoria los talleres para adultos mayores que hicimos con Lidia años ha. Es una curiosa sensación constatar que he vivido en esta última década aquello que antaño yo misma enseñaba, me llena de humor, hasta me divierte la situación de haber hecho vida mi propio discurso, integrando en mi quehacer conceptos usados antes en las clases.

Y así es como me ha tocado sentir y experimentar en mi alma y en el acontecer diario un sin número de actitudes negativas, mías y de otros, frente a la vejez, ¡y he desafiado también prejuicios y miedos! 
Vivir yo ahora en mi propio desarrollo personal el valioso aporte de la reminiscencia, antes la usaba como herramienta de trabajo con mis pacientes. Notar en mi el incremento de la interioridad que acompaña el envejecimiento, aunque desde pequeña fui reflexiva, ya entonces me llamaba la atención los rostros pensativos de los ancianos, ahora entiendo. La resistencia y defensas ante los infaltables cambios y pérdidas valiosas como fue dejar mi trabajo en la vicaría, la disminución de la audición, operarme del corazón. Aceptar las huellas del tiempo en el cuerpo y mantener la autonomía requiere esfuerzo, voluntad y auto cuidado y es fácil dejarlo de lado porque una se va poniendo más cómoda…es verdad.

He vivido eso. Y mucho más, obvio, se lloran las pérdidas, se hacen los duelos, caen las caretas, se perdonan los errores y así vamos creciendo en el espíritu y en las emociones, evolucionando, porque poseemos el potencial para hacerlo, volviéndonos más sensatas, con una conciencia mas vasta, más libres, con voz propia, tan necesaria en una sociedad como la chilena que recién se está dando cuenta que los viejos de hoy no somos los mismos de ayer, que hay transformaciones de energía, que cada época trae cambios y también cada generación.

Me dormí muy tarde anoche terminando este post y desperté esta mañana tarareando una canción que me hace mucho sentido y daba vueltas en mi cabeza y en el corazón. La letra dice algo así:
"el que es grande y poderoso hoy habita él en mi, no cese nunca mi canto... maravillas hizo en mi". Muchos de ustedes la conocen.


Soy una mujer agradecida.
Y finalizo aquí un nuevo capítulo de mi telenovela personal, justo con un fin de año más.

Y ahora no más repensar la vida. 
Este es mi tiempo...y quiero vivirlo, ya veremos cómo.

Comentarios

  1. Mamáaaaa, se dice y escribe "post" como "postman= cartero" y no spot!!

    Es rico poder mirar atrás en la satisfacción de lo ya vivido, sin la presión de sentir que tienes que hacer algo con tu vida y responder ante ti,la sociedad o quien sea...

    Me gusta tu vida, es entretenido constatar el recorrido y la gente que te ha acompañado.

    Te pasaste, una vez más!!

    Este es tu tiempo,vívelo!!

    Te quiero mucho,
    Panti

    ResponderEliminar
  2. Eres grande madre, sólo gracias a ti y a la vida.
    Ti amo molto.
    Vivi

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

ME PREGUNTARON: ¿ DE QUÉ TRATA TU LIBRO?

MI ALMA LLEGÓ A LA META