MI ALMA LLEGÓ A LA META
Al mirar hoy hacia atrás todo se junta en un solo episodio como si los últimos sucesos importantes hubieran sucedido en un mismo día: mi enfermedad de covid y la convalecencia en el departamento de la calle Málaga, la recepción de la parcela y el regreso el día de la mudanza que nos trajo de vuelta hace ya tres meses.
Meses intensos, activos, desordenados, trabajosos, afligidos, agotadores, inesperados, internamente revueltos.
Me he sentida extraviada espiritualmente, impaciente, triste y llorona, capaz, intrépida, rabiosa, diligente, sabia, inteligente, fatigada y también llena de bríos.
Y eficiente y muy torpe. A menudo inútil y mendiga.
Y soberbia. Y grandiosa.
Y feliz por haber logrado cumplir mi meta y mi propósito.
Y agradecida al espíritu que me regala la vida y las fuerzas.
Y asombrada con cada día.
Sí. Asombrada de todo. De la presencia y compañía de la familia, de la natura, de tanto verde, del cielo abierto, con la risa fácil como si me hubiera convertido en una tontita.
Y con frío pero disfrutando de las estufas, de la leña en la chimenea y de la belleza de esta primavera.
Sí, porque ya han pasado tres meses.
Y llegó el calor.
La parcela se ha recuperado y estoy iniciando un viraje, rehaciendo mis expectativas, superando frustraciones y re acomodándome. La vida a los 80 años sigue su camino y me demanda el capítulo final.
Extraño el movimiento de la ciudad. El miércoles pasado fui a Santiago a un control médico. Pasajera ahora en mi auto observo al pasar el tráfico incesante, las veredas y comercios, los edificios, ese paisaje tan propio de la urbe. Coletazos de nostalgia golpean mi corazón y generan anhelos y deseos inconfesables.
Y así, tal como ha cambiado la relación con el tiempo lo ha hecho también mi sentido de orientación. A veces cuando pienso ir en el metro rumbo al centro comercial cercano para comprar como si estuviera aún viviendo allá y caigo en la cuenta de mi desvarío, del aquí y el ahora y de la libertad de movimiento que tuve entonces. No me entristece la situación de ninguna manera. Por el contrario me incita a buscar aquí esas oportunidades.
José Luis García Guillermo mandó un video para la feria virtual, debo ponerme al día hoy.
Ya todo listo gracias a Panty, por internet sentada a mi lado pago por paypal y termino de enviar la presentación de La vida a los ochenta años para la FELVI 2022.
Tengo un dolorcillo en mi corazón, voy a descansar.
Hoy llegó mi alma a la meta propuesta. Sí.
Los acordes de un himno silencioso vibran en mis oídos y tiemblo entera.
Una congoja nueva acurruca mi alma.
El corazón retumba y estremece mis huesos, la respiración entrecortada se esfuerza por impedir que los ojos se humedezcan. No es ocasión para lágrimas sino de éxito y amerita celebrar.
Sin embargo estoy conmovida, conozco los altos y bajos que tuvo la travesía y el alcance que posee este logro.
A veces permanezco inmóvil con los ojos fijos mirándome adentro muy consciente de este alerta pasivo de estar y sentir.
El sol en el ocaso se aleja rápido. Levanto la mirada, elevo el mentón y permanezco quieta mientras el eco de mi loco corazón me traspasa entera.
Es un momento de gloria y un momento de muerte, es trascendente y terrenal.
Los acordes internos dan paso a un trepidar interno diferente, como si fuera un zumbido de insectos, abejorros tal vez que llenaran mis oídos o el piar de miles de aves me invadieran y cubrieran.
¡Nunca había llegado tan cerca de la frontera!
Este fin de semana recién pasado a la sombra de las higueras nació un grito en el alma que mi boca lanzó al viento al caminar con mis pies desnudos en el pasto húmedo y contemplar el verdor que me rodea.
Una sensación de grandeza me colmó: ¡no debo nada, pagué mi deuda!
¡Qué descubrimiento y plenitud !
Alegría y paz.
Emociones y sentimientos unidos al coraje y a la fuerza que he tenido y a las lágrimas de gratitud por lograrlo.
Aceptar que no me arrepiento de haberme ido y que no me arrepiento de regresar y asumir,
buenamente, las consecuencias de ambas decisiones.
Esa tarde fue y será inolvidable. Tendida en el césped recién regado y sintiendo la humedad en mi espalda en profundo relajo, soledad y quietud. Un día siete.
FIN
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