Reinventando mi vejez

Mi libro trata del proceso de envejecer. Quisiera que fuera un    testimonio de lo que ha significado para mi.  Porque no fue fácil pensar y vivir mi envejecimiento como proceso positivo y  y de crecimiento.   Quiero contar mis luchas y caídas, mi aprendizaje para aceptar la edad y las limitaciones y pérdidas que acarrea el tiempo mayor,  lo arduo de desprenderse del ego, la viudez después de 50 años de matrimonio con Jorge, la soledad y tantos intentos  buscando caminos, sentido, paz y valor para vivir algo nuevo.  También quisiera contar como poco a poco va desvelándose otro sentido, como dice Anselm Grün, una nueva conciencia. Se aprende a aceptar la incertidumbre, a mirar lo efímero, a disfrutar lo transitorio, y algo súper difícil para una ególatra como yo: se aprende aceptar la insignificancia que regala la vejez porque es lo que te permite re encontrar la belleza de la vida. Y también a mirar el pasado con una nostalgia ...

Al mirar hoy hacia atrás todo se junta en un solo episodio como si los últimos sucesos importantes hubieran sucedido en un mismo día: mi enfermedad de covid y la convalecencia en el departamento de la calle Málaga, la recepción de la parcela y el regreso el  día de la mudanza que nos trajo de vuelta hace ya tres meses. Meses intensos, activos, desordenados, trabajosos, afligidos, agotadores, inesperados, internamente revueltos. Me he sentida extraviada espiritualmente, impaciente, triste y llorona, capaz, intrépida, rabiosa, diligente, sabia, inteligente, fatigada y también llena de bríos. Y eficiente y muy torpe. A menudo inútil y mendiga. Y soberbia. Y grandiosa. Y feliz por haber logrado cumplir mi meta y mi propósito. Y agradecida al espíritu que me regala la vida y las fuerzas. Y asombrada con cada día.  Sí. Asombrada de todo. De la presencia y compañía de la familia, de la natura, de tanto verde, del cielo abierto, con la risa fácil como si me hubiera convertido en una t...

                     ¡Es pleno verano y  ya se va enero!            Mis meditaciones a la luz y calor del sol.                                                               ¡La belleza de los contrastes!                              ¡Vida silvestre!                        ¡La belleza de la insignificancia! Estuve un par de semanas en la parcela aceptando el ofrecimiento cariñoso de Maite y aprovechando la ausencia de Sofía y su dormitorio desocupado.  Ayer regresé y me demoré tanto en reinstalarme en mi pieza como si hubiera viajado a Australia por un mes.             ...

 

  ¡Oh! ¡Qué sorpresa! Encontré esta carta, olvidada entre mis viejos papeles dirigida a destinatarias desconocidas! Entre risueña y emocionada me sumerjo entre sus líneas. Su tema fue sin duda una de mis tantas fantasías para tener voz y presencia como persona mayor  y además fué por casualidad cuna de mi libro La vida a los 80 años: un preludio  escrito  nueve años antes. Dice así:  Tierra Linda, Abril 2012 Queridísimas Mujeres Sabias: Soy también una mujer  y de setenta y siete  años, dos veces siete, número magnífico.  Me dirijo a ustedes motivada por un proyecto que nació en medio de mis inquietudes sobre la etapa del ciclo vital que estoy viviendo y ante  la escasez de literatura específica  en relación a las mujeres que estamos “tocando” los ochenta años, activas,  con relativa salud física y mental, y en su mayoría  pertenecientes al círculo de adultos mayores que ya están fuera de la área productiva de la nación. Busco ...

                                                                                         MIS NUDOS   Cuando estoy en mi centro abro mis pétalos como ventanas de par en par. Mi cuerpo que envejeció moviéndose cautelosamente pegado a esta tierra siente ese momento de ascenso y florece aunque mis raíces me aferren al suelo, a mi pasado, a mis primarios instintos por sobrevivir y mi piel arrugada y sensible se repliegue reactiva a lo que me rodea. Alzo mis flores y abro mis pétalos solo cuando siento la intensa protección cálida del sol porque conozco el pánico que habita en lo más hondo de mi ser.   Avancé ininterrumpidamente creando nudos que aseguraron mi crecimiento y me endurecieron afirmando mi tallo. A ratos aún quedo paralizada y soy una coraza que me ...